Tres de la mañana en la terraza
que aceptaba dormida los embates del frío.
Se oscureció la luna por completo
y regresó rojiza de amenaza y promesa.
Yo supe en ese entonces que me amabas
lejos, en un tren de primavera,
entre la luz vacía de la estepa,
y que sólo mis ojos vieron el eclipse.
Tantos países, tantas gentes
encienden sus altares entre esta garganta
que no grita y tu tambor salvaje.
Voy a cantarte la suma de los vientos
cuando muerda el oeste tus talones
y traigas en la frente las estrellas del Asia.
Todo lo guardo en mi bolsa inagotable
de visiones, cada recuerdo roto, cada sed,
la luna ensangrentada, mi corazón en llamas
que no llega a fundirnos, aunque
tu mente y la mía se asemejen
vagamente
a los hemisferios que en su feroz abrazo
de pasión y combate
hacen del mundo rueda,
del cerebro entidad
y de las abstracciones de la ciencia geométrica
la más simple, absoluta, de las formas.
Rita González Hesaynes (1984) es oriunda de Azul. Publicó Oh Mitocondria (Años Luz Editora, 2015), La Belle Epoque (Difusión A/terna, 2017) y En la gran existencia (Años Luz Editora, 2017), de donde hemos copiado este poema.
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