El minuto fluye. Leer el diario, para quien sabe esperar,
es una hora insensible.
Jueves, viernes, oferta de zapatos.
¿De qué estás hecha, holgura, para descender tan profundo?
El tedio es una piedra inquieta. Brota.
Donde uno se vacía. Brota. Donde uno no está.
Para hablarse amablemente,
hay que traicionar a los cuervos en las alas del fantasma;
confesarse no es más que abrazar el infortunio,
lo que hay de fondo en la noche.
Un rostro gris anuncia buen clima. Mentira.
La tristeza tiene la forma del humo.
Al final, de tanto mirar el río, el agua
se acostumbra a temblar viva.
Cecilia Pontorno (La Plata, 1979) es maestra jardinera, profesora de Psicología y poeta, realiza correcciones y talleres de poesía para niños y adultos. Participó en Antologías nacionales e internacionales, colabora en blogs y segmentos radiales de difusión poética. Recibió una mención en el Concurso Internacional Hespérides (Poesía Edición 2020). Su poemario “La hora suspendida”, está en proceso de edición.
2 comentarios:
nada mejor que un final cautivante. felicitaciones.
Gracias, Emi. Abrazo.
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