martes, 29 de mayo de 2018
Alejandro Méndez Casariego / Tristán
Tristán nació de Loba,
la doberman mayor del Coronel;
era una bola movediza
de pelo negro
Nunca habíamos visto
nada tan tierno como sus movimientos
reptando hacia las tetas
sus ojos cerrados en un placer
que nada puede reemplazar
caía luego en la modorra de los hartos
A los seis meses le cortamos la cola
y las orejas
porque así se estilaba
Lo amamos, esos días, como a nada o a nadie
Nos levantábamos temprano
tan sólo para verlo
estirarse en su cucha
frotarse el hocico en nuestras manos
y volver a su posición de ovillo
Antes de que cumpliera el año
se lo llevaron con mentiras
no nos dijeron dónde
y fue para nosotros
algo muy parecido al fin de todo
Tiempo después
fuimos a la casa de amigos
del otro barrio, el que estaba en el bajo
pegado al regimiento
Esas casas eran todas iguales:
las mismas celosías de madera
pintadas en un verde que llamaban militar,
galería de tejas, columnas de madera
canteros con prolijas margaritas
como para demostrar que éramos gente
parecida a toda la demás
De pronto oímos un sonido
metálico y agudo
como un desplazamiento
de acero sobre acero
y un pesado golpear de patas
trotando sobre el césped
Cuando alzamos la vista
un animal enorme, oscuro
con ojos como llamas
el hocico fruncido liberando los dientes
emitía el farfeo contenido
de las bestias a punto de saltar
Su expresión era de un odio tan extremo
que nos dejó sin aire
Lo reconocimos por una marca
que le había quedado en una oreja
en un error del corte
y una manchita más clara sobre uno de los ojos
No hemos podido
—es difícil— olvidar
ese momento en que el amor más profundo
se convierte en el peor de los miedos.
de Pieles rojas (Deacá, 2017)
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Alejandro Méndez Casariego
martes, 15 de mayo de 2018
Elena Eyheremendy / Sótanos abolidos
Qué puede hacer el sol / con la tristeza de los hombres /
cuando un muerto encerrado con llaves /
descubre la inocencia del mundo /
secuestrada bien hondo en el sótano del cielo.
Ignacio Beola
Qué desdichados somos cuando amamos.
Pero ¿qué puede hacer el Sol
con la tristeza de los hombres?
¿Qué puede hacer una mujer
con esa Orquídea opaca y contundente,
si no perdura la súbita titilación de Eros?
¿Será tal vez un delirio
substanciar la seda con los ojos abiertos
o querer que el Coatí del cuento de Quiroga
halle por fin su huevo y no perezca?
Tal vez es imposible resguardar
tanto sombrío Pájaro en tu sombrero.
Acaso ¿qué aterido amante
ha logrado sorprender el rito de la Aurora,
sobre qué labio Aurora también intermitente?
Tantas veces se abolieron los sótanos del Cielo, Mamá,
que no soy yo quien llora ahora desde lo negro,
donde no hay quinqués que velen
ni encuentro tu abat-jour ni es de alabastro.
Ningún fetiche ilumina el terror.
En la mesita,
un tejido larguísimo de años y Penélopes,
de suavidad expuesta, de inminencia.
Una ternura casi femenina.
Como un lienzo.
Qué desdichados somos si no amamos.
Pero ¿qué puede entonces hacer el Sol
con este nuevo género de tristeza
sin sus Pájaros?
a Enriqueta Uriarte, mamá
Elena Susana Eyheremendy nació en Buenos Aires. Ha publicado los siguientes libros: El gallo helicoidal (edición bilingüe: español - francés, 1997); Lobo Vulnerable (2004); Máquinas transparentes (2005); Diálogo del Funámbulo (2008), Nocturno para el equilibrista (edición bilingüe: español - francés, 2014) y Soledad de las partituras (Summa, 2016), de donde hemos copiado este poema. En 1982 obtuvo el Primer Premio de Poesía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, por sus “Poemas Virgilianos”. En 1984 fue Primer Premio en el Certamen Nacional “Vicente Barbieri” con “Tríptico de Mensajero” y en 2001 fue premiada su obra “Puentes amenazados” en el Certamen Internacional “Honorarte”. Es egresada de Letras de la U.B.A., donde enseña francés, y traduce poesía.
jueves, 3 de mayo de 2018
Alberto Boco / Los perros cueteros
Mientras buscaba la estrella vespertina en una fría ventana
y silbaba cuando Arturo derramaba su luz,
oí reñir a los lobos, y dije: Entonces esto
es el hombre
Allen Tate
festejos tradicionales y ellos aparecen
un despertar cuando medra la noche y las explosiones comienzan
andar solos por ahí hasta el ritual de lo que se pudre
y disimular en el ruido y el olor de la pólvora barata
efectos de la temporada…
sucios de arenas el gesto distraído
pelo encrespado como en un enojo
se van amontonando en el andar cansino hasta que lo avivan
donde se junta la presa casi nadie mira
tal vez algún chico que adivina y alguna mirada
otra porque intuye
gesto veloz de repente contra el estampido
fuego en la boca y otra vez hacia allá
lejos
qué canta en el fuego y el humo en el chasquido
como rama reseca que se quiebra cada vez
qué canta en la sangre y en la carrera de súbito despierta
y vos que los mirás como se mira el amor
esa química orgánica con ropa de ternura
mirar que no se nubla en el farolero simular de la época
quién sabe qué piensa –decís
detenido ahora en el alto de la mañana
como sombra contra el moverse del mar
ahí las nubes coloreando como si vos y yo no supiéramos
que nada de todo eso es intención mientras ellos están ahí
con esa cosa que raspa como espera debajo de la sangre
cada estallido que apure la caída
del que no mira duerme y se divierte mientras
ellos con la traza del viejo mapa y el ojo que parece apagado
pero detrás de la mirada esa sombra
que apenas campea
sabe y espera
desde lejos y a su modo
sabe y espera
siempre
desde bien allá
Para Pugnax (1)
(1) Nombre de un perro que integra la tripulación de un dirigible en la novela Contraluz, de Thomas Pynchon
Alberto Boco nació en Buenos Aires en 1949. Publicó Arcas o Pequeñas Señales (Libros de Tierra Firme, 1986); Galería de Ecos (Último Reino, 1989); Ausentes con Aviso (Libros de Tierra Firme, 1997); Cartas para Beb (Edición del autor, 2007), Riachuelo (Ediciones de la Quintana, 2008), Malena (Edición del autor, 2012), Visitas inoportunas (Ediciones El Jardín de las Delicias, 2012) y Estación de nosotros (Ediciones Buenos Aires Poetry, 2014). Recibió —entre otras distinciones— el Primer Premio en el Concurso Nacional de Poesía César Domingo Sioli y el Premio Ciudad de Junín, 2005. Sus trabajos han sido publicados en revistas literarias de Argentina y otros países. El presente pertenece al poemario inédito Evanescentes, In propios y Pequeño.
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